17-06-2008, 01:38
¿Ingenieros para qué?
El ingeniero, al igual que el resto de la clase trabajadora, no posee medios de producción propios y debido a eso se ve obligado a vender su fuerza de trabajo. Al tener la capacidad de desempeñar tareas que requieren alta capacitación y que repercuten directamente en las fuerzas productivas, cumple un papel central en el modo en que se organiza la producción. El rol del ingeniero en la sociedad capitalista se centra, básicamente, en su capacidad de poder planificar y optimizar la producción por un lado, y desarrollar nuevas mercancías por otro.
Bajo el capitalismo, la producción se realiza de forma anárquica. No existe planificación en cuanto a qué y cuánto se produce; lo que se conoce comúnmente como “libertad de mercado”. Básicamente consiste en la competencia
entre capitalistas, que buscan por todos los medios arrancar la mayor tajada de ganancias. Así, en función de esa frenética búsqueda, los capitalistas no ahorran energía para alcanzar la reducción de costos. Allí, el ingeniero cumple un rol central al ser el encargado de optimizar los procesos productivos mediante innovaciones tecnológicas que permiten producir más en menos tiempo.
Este proceso “natural” del capitalismo lo lleva directamente a la concentración del capital cada vez en menos manos, es así, como se erigen grandes monopolios y multinacionales como Microsoft, IBM, PAE, etc.,
reduciendo al mínimo cualquier intento de competencia y dando por tierra con el mito de la “competencia
perfecta”. La competencia monopólica lleva a que estas empresas puedan controlar desde economías
regionales hasta globales; imponiendo precios a los productos a modo de especulación, generando inflación a
gran escala y beneficiándose de una mayor concentración de riquezas.
Debido a esta necesidad primaria del capital, les resulta de extrema importancia tener la capacidad de incidir en las
Universidades, “sugiriendo” modificaciones en los contenidos de las carreras para orientarlas en función de sus propias necesidades. Ejemplo de esto es la Ley de Educación Superior, promovida por el banco mundial, que abrió paso a la desarticulación de las conquistas de la reforma de 1918 (que entre otras cosas consagraba la autonomía de la universidad pública), la privatización de la educación, etc., condiciones necesarias para la formación de científicos y profesionales de espíritu crítico. La apertura de las puertas para el desembarco de las empresas, transformando carreras, “raptando” estudiantes para sus pasantías (y de paso legalizar el trabajo en negro) y
desterrando la investigación independiente para convertir la universidad en el área de I+D de las empresas, es
también todo un logro de quienes, como la Franja Morada, dicen trabajar diáriamente en “beneficio de
los estudiantes”.
Los que alguna vez nos sentimos atraídos por las ciencias duras, impulsados por un ímpetu creativo y de inagotable curiosidad, buscando respuestas a los múltiples misterios de la naturaleza y con la intención de colaborar en el desarrollo de soluciones a los interminables problemas de la sociedad, nos encontramos con una universidad vacía y desconectada de las problemáticas del pueblo.
Desde los primeros años, somos víctimas de un intento paulatino pero sistemático de aplacar todo atisbo de
crítica, buscando transformar la Universidad en un centro de capacitación y en una consultora de trabajo
en negro, para insertarnos en la “vida laboral”.
Como es evidente, el ingeniero se encuentra íntimamente relacionado con el proceso productivo. Al cumplir
un rol principalmente intelectual, ve al proceso de manera global, no remitiéndose a tareas simples y aisladas
del proceso de conjunto. El, más que nadie, debería ser consciente de la existencia del “obrero colectivo” del
cual forma parte. Son los ingenieros, los que junto a los trabajadores ponen a funcionar todo el sistema
productivo. Es por eso que la preocupación principal del capitalista está en aislarlo y desentenderlo del resto
de los trabajadores; dándole cargos de capataz, gerente o jefe para hacerle creer que está de su lado.
Quienes integramos En Clave ROJA creemos que, como futuros ingenieros, debemos poner nuestros
conocimientos en función de buscar satisfacer las necesidades básicas de la sociedad tan evidente y absurdamente
insatisfechas teniendo en cuenta el enorme desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Pero somos realistas, no basta sólo con que nos propongamos acabar con el hambre, las enfermedades, abastecer al mundo de los productos básicos para una vida digna como el agua potable, ropa, alimentos, etc.; acabar con la contaminación ambiental producto de la búsqueda frenética de ganancias de los capitalistas. Estos cambios sólo pueden darse bajo un nuevo paradigma social donde la producción se planifique democráticamente, no ya en función de la ganancia individual sino del bienestar general. No es una tarea fácil, pero podemos empezar por organizarnos para pelear por derribar esta universidad de clase que produce mano de obra calificada para las empresas en otra que sobre sus ruinas, convierta a los estudiantes en verdaderos sujetos de cambio social.
Hernán (Ing. Electrónica)
En Clave ROJA e Independientes
Esta nota salio publicada en el ultimo boletin de ECR, para descarcar el boletin completo:
http://ultrashare.net/hosting/fl/cbf727a815/boletín_2008_v2
El ingeniero, al igual que el resto de la clase trabajadora, no posee medios de producción propios y debido a eso se ve obligado a vender su fuerza de trabajo. Al tener la capacidad de desempeñar tareas que requieren alta capacitación y que repercuten directamente en las fuerzas productivas, cumple un papel central en el modo en que se organiza la producción. El rol del ingeniero en la sociedad capitalista se centra, básicamente, en su capacidad de poder planificar y optimizar la producción por un lado, y desarrollar nuevas mercancías por otro.
Bajo el capitalismo, la producción se realiza de forma anárquica. No existe planificación en cuanto a qué y cuánto se produce; lo que se conoce comúnmente como “libertad de mercado”. Básicamente consiste en la competencia
entre capitalistas, que buscan por todos los medios arrancar la mayor tajada de ganancias. Así, en función de esa frenética búsqueda, los capitalistas no ahorran energía para alcanzar la reducción de costos. Allí, el ingeniero cumple un rol central al ser el encargado de optimizar los procesos productivos mediante innovaciones tecnológicas que permiten producir más en menos tiempo.
Este proceso “natural” del capitalismo lo lleva directamente a la concentración del capital cada vez en menos manos, es así, como se erigen grandes monopolios y multinacionales como Microsoft, IBM, PAE, etc.,
reduciendo al mínimo cualquier intento de competencia y dando por tierra con el mito de la “competencia
perfecta”. La competencia monopólica lleva a que estas empresas puedan controlar desde economías
regionales hasta globales; imponiendo precios a los productos a modo de especulación, generando inflación a
gran escala y beneficiándose de una mayor concentración de riquezas.
Debido a esta necesidad primaria del capital, les resulta de extrema importancia tener la capacidad de incidir en las
Universidades, “sugiriendo” modificaciones en los contenidos de las carreras para orientarlas en función de sus propias necesidades. Ejemplo de esto es la Ley de Educación Superior, promovida por el banco mundial, que abrió paso a la desarticulación de las conquistas de la reforma de 1918 (que entre otras cosas consagraba la autonomía de la universidad pública), la privatización de la educación, etc., condiciones necesarias para la formación de científicos y profesionales de espíritu crítico. La apertura de las puertas para el desembarco de las empresas, transformando carreras, “raptando” estudiantes para sus pasantías (y de paso legalizar el trabajo en negro) y
desterrando la investigación independiente para convertir la universidad en el área de I+D de las empresas, es
también todo un logro de quienes, como la Franja Morada, dicen trabajar diáriamente en “beneficio de
los estudiantes”.
Los que alguna vez nos sentimos atraídos por las ciencias duras, impulsados por un ímpetu creativo y de inagotable curiosidad, buscando respuestas a los múltiples misterios de la naturaleza y con la intención de colaborar en el desarrollo de soluciones a los interminables problemas de la sociedad, nos encontramos con una universidad vacía y desconectada de las problemáticas del pueblo.
Desde los primeros años, somos víctimas de un intento paulatino pero sistemático de aplacar todo atisbo de
crítica, buscando transformar la Universidad en un centro de capacitación y en una consultora de trabajo
en negro, para insertarnos en la “vida laboral”.
Como es evidente, el ingeniero se encuentra íntimamente relacionado con el proceso productivo. Al cumplir
un rol principalmente intelectual, ve al proceso de manera global, no remitiéndose a tareas simples y aisladas
del proceso de conjunto. El, más que nadie, debería ser consciente de la existencia del “obrero colectivo” del
cual forma parte. Son los ingenieros, los que junto a los trabajadores ponen a funcionar todo el sistema
productivo. Es por eso que la preocupación principal del capitalista está en aislarlo y desentenderlo del resto
de los trabajadores; dándole cargos de capataz, gerente o jefe para hacerle creer que está de su lado.
Quienes integramos En Clave ROJA creemos que, como futuros ingenieros, debemos poner nuestros
conocimientos en función de buscar satisfacer las necesidades básicas de la sociedad tan evidente y absurdamente
insatisfechas teniendo en cuenta el enorme desarrollo de la ciencia y la tecnología.
Pero somos realistas, no basta sólo con que nos propongamos acabar con el hambre, las enfermedades, abastecer al mundo de los productos básicos para una vida digna como el agua potable, ropa, alimentos, etc.; acabar con la contaminación ambiental producto de la búsqueda frenética de ganancias de los capitalistas. Estos cambios sólo pueden darse bajo un nuevo paradigma social donde la producción se planifique democráticamente, no ya en función de la ganancia individual sino del bienestar general. No es una tarea fácil, pero podemos empezar por organizarnos para pelear por derribar esta universidad de clase que produce mano de obra calificada para las empresas en otra que sobre sus ruinas, convierta a los estudiantes en verdaderos sujetos de cambio social.
Hernán (Ing. Electrónica)
En Clave ROJA e Independientes
Esta nota salio publicada en el ultimo boletin de ECR, para descarcar el boletin completo:
http://ultrashare.net/hosting/fl/cbf727a815/boletín_2008_v2