UTNianos

Versión completa: Novedades UTNianos - 12/11/2011
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Será una bol...z pero es algo que me pasa frecuentemente

Super graciasssssssss
Cierto.
Es una pelotudes...pero es bastante rompebolas tener que apretar de nuevo editar.
Gracias
eso se llama satisfacción al forero =), es muy buena thumbup3
Me gusta!
Puse un limite a la altura de los quote para que no se haga un re quilombo

Off-topic:
Che papafrita, es re viejo este thread; la próxima abramos uno nuevo para las cosas que van agregando =P, o le cambiamos la fecha
Como prefieras, siempre que pongo algo nuevo chiquito lo meto aca
eso significa que si quoteo un texto muy largo se corta en algún punto? como funciona?
se me hace molesto cuando hay 2 quotes anidados o mas, scrollear los de "adentro"

no me gusta mucho :L
Emm, entiendo, voy a revisar eso que decis.

Ceci, quotea un texto masomenos largo y vas a ver =P
Arreglado lo que decia gonza, fijate ahora y deicme que tul
probando!!

Cita:Ahora bien, como ha sido contado, un tal Lenwë, de las huestes de Olwë,
abandonó la marcha de los Eldar en el tiempo en que los Teleri se detuvieron a
56
orillas del Río Grande al borde de las tierras yermas de la Tierra Media. Poco se
sabe de los caminos que siguieron los Nandor, a quienes él condujo por el Anduin
abajo: algunos, se dice, habitaron por largo tiempo en los bosques del Valle del Río
Grande, y algunos llegaron por fin a la desembocadura y allí habitaron junto al Mar,
y otros, abriéndose camino por Ered Nimrais, las Montañas Blancas, llegaron de
nuevo al norte y penetraron en el páramo de Eriador, entre Ered Luin y las
distantes Montañas Nubladas. Pues bien, éste era un pueblo de los bosques y no
tenían armas de acero, y la llegada de las bestias salvajes del norte los llenó de
espanto, como lo declararon los Naugrim al Rey Thingol en Menegroth. Por tanto
Denethor, el hijo de Lenwë, al tener noticias del poderío y la majestad de Thingol, y
de la paz que había en ese reino, reunió en una hueste a las gentes dispersas, y las
condujo por sobre las montanas a Beleriand. Allí Thingol les dio la bienvenida, como
a parientes perdidos que regresan después de un largo tiempo, y ellos habitaron en
Ossiriand, la Tierra de los Siete Ríos.
De los largos años de paz que siguieron a la llegada de Denethor, poco es lo
que se cuenta. En esos días, se dice, Daeron el Bardo, maestro de sabiduría en el
reino de Thingol, inventó sus Runas; y los Naugrim que se acercaron a Thingol las
aprendieron, y se alegraron, teniendo el arte de Daeron en más alta estima que los
Sindar, el propio pueblo de Thingol. Los Naugrim llevaron las Cirth hacia el este por
sobre las montañas, y así llegaron al conocimiento de muchos pueblos; aunque los
Sindar apenas las utilizaron en los registros de las crónicas hasta los días de la
Guerra, y gran parte de lo que se guardaba en la memoria pereció en las ruinas de
Doriath. Pero poco hay que decir de la beatitud y de la vida placentera antes de que
concluyan; pues las obras bellas y maravillosas, mientras duran todavía y es
posible contemplarlas, son su propio testimonio, y sólo cuando están en peligro o
se quebrantan para siempre pasan a las canciones.
En Beleriand, en aquellos días, los Elfos andaban, y los ríos fluían, y las
estrellas brillaban y las flores nocturnas esparcían una dulce fragancia; y la belleza
de Melian era como el mediodía, y la belleza de Lúthien era como el alba en
primavera. En Beleriand, el Rey Thingol en su trono era como los señores de los
Maiar, cuyo poder está en reposo, cuya alegría es como un aire que respira cada
día, cuyo pensamiento fluye en una onda imperturbada desde las alturas a las
profundidades. En Beleriand todavía a veces cabalgaba Oromë el Grande, que
pasaba como un viento por las montañas, y el sonido del cuerno descendía desde la
luz distante de las estrellas; y los Elfos temían el esplendor del rostro de Oromë, y
el estrépito de la carrera de Nahar; pero cuando el eco del Valaróma resonaba en
las colmas, sabían que no había criatura maligna que no huyera lejos.
Pero ocurrió al fin que el término de la beatitud se aproximaba, y el
mediodía de Valinor declinaba hacia el ocaso. Porque como se dijo y es conocido de
todos, pues está escrito en los libros y ha sido cantado en múltiples canciones,
Melkor hirió a los Árboles de los Valar con ayuda de Ungoliant, y huyó, y volvió a la
Tierra Media. Lejos al norte ocurrió la disputa entre Morgoth y Ungoliant; pero el
eco del gran grito de Morgoth resonó en todo Belerian, y el pueblo se sobrecogió de
miedo; porque aunque no sabían lo que presagiaba, creyeron oír al heraldo de la
muerte. Poco después Ungoliant abandonó el norte y llegó al reino del Rey Thingol,
envuelta en un terror de oscuridad; pero fue detenida por el poder de Melian, y no
entró en Neldoreth, y moró largo tiempo a la sombra de los precipicios, donde
Dorthonion descendía hacia el sur. Y esas cimas fueron conocidas con el nombre de
Ered Gorgoroth, las Montañas del Terror, y nadie osaba ir por allí, ni pasar cerca de
ellas; allí la vida y la luz perecían, allí todas las aguas estaban envenenadas. Pero
Morgoth, como ya se dijo, volvió a Angband y la reconstruyó, y por encima de las
puertas levantó las torres pestilentes de Thangorodrim; y entre los portales de
Morgoth y el puente de Menegroth


quedó genial thumbup3
(no leo de la compu =P)
a ver

(30-12-2012 23:15)cecisammet escribió: [ -> ]probando!!

Cita:Ahora bien, como ha sido contado, un tal Lenwë, de las huestes de Olwë,
abandonó la marcha de los Eldar en el tiempo en que los Teleri se detuvieron a
56
orillas del Río Grande al borde de las tierras yermas de la Tierra Media. Poco se
sabe de los caminos que siguieron los Nandor, a quienes él condujo por el Anduin
abajo: algunos, se dice, habitaron por largo tiempo en los bosques del Valle del Río
Grande, y algunos llegaron por fin a la desembocadura y allí habitaron junto al Mar,
y otros, abriéndose camino por Ered Nimrais, las Montañas Blancas, llegaron de
nuevo al norte y penetraron en el páramo de Eriador, entre Ered Luin y las
distantes Montañas Nubladas. Pues bien, éste era un pueblo de los bosques y no
tenían armas de acero, y la llegada de las bestias salvajes del norte los llenó de
espanto, como lo declararon los Naugrim al Rey Thingol en Menegroth. Por tanto
Denethor, el hijo de Lenwë, al tener noticias del poderío y la majestad de Thingol, y
de la paz que había en ese reino, reunió en una hueste a las gentes dispersas, y las
condujo por sobre las montanas a Beleriand. Allí Thingol les dio la bienvenida, como
a parientes perdidos que regresan después de un largo tiempo, y ellos habitaron en
Ossiriand, la Tierra de los Siete Ríos.
De los largos años de paz que siguieron a la llegada de Denethor, poco es lo
que se cuenta. En esos días, se dice, Daeron el Bardo, maestro de sabiduría en el
reino de Thingol, inventó sus Runas; y los Naugrim que se acercaron a Thingol las
aprendieron, y se alegraron, teniendo el arte de Daeron en más alta estima que los
Sindar, el propio pueblo de Thingol. Los Naugrim llevaron las Cirth hacia el este por
sobre las montañas, y así llegaron al conocimiento de muchos pueblos; aunque los
Sindar apenas las utilizaron en los registros de las crónicas hasta los días de la
Guerra, y gran parte de lo que se guardaba en la memoria pereció en las ruinas de
Doriath. Pero poco hay que decir de la beatitud y de la vida placentera antes de que
concluyan; pues las obras bellas y maravillosas, mientras duran todavía y es
posible contemplarlas, son su propio testimonio, y sólo cuando están en peligro o
se quebrantan para siempre pasan a las canciones.
En Beleriand, en aquellos días, los Elfos andaban, y los ríos fluían, y las
estrellas brillaban y las flores nocturnas esparcían una dulce fragancia; y la belleza
de Melian era como el mediodía, y la belleza de Lúthien era como el alba en
primavera. En Beleriand, el Rey Thingol en su trono era como los señores de los
Maiar, cuyo poder está en reposo, cuya alegría es como un aire que respira cada
día, cuyo pensamiento fluye en una onda imperturbada desde las alturas a las
profundidades. En Beleriand todavía a veces cabalgaba Oromë el Grande, que
pasaba como un viento por las montañas, y el sonido del cuerno descendía desde la
luz distante de las estrellas; y los Elfos temían el esplendor del rostro de Oromë, y
el estrépito de la carrera de Nahar; pero cuando el eco del Valaróma resonaba en
las colmas, sabían que no había criatura maligna que no huyera lejos.
Pero ocurrió al fin que el término de la beatitud se aproximaba, y el
mediodía de Valinor declinaba hacia el ocaso. Porque como se dijo y es conocido de
todos, pues está escrito en los libros y ha sido cantado en múltiples canciones,
Melkor hirió a los Árboles de los Valar con ayuda de Ungoliant, y huyó, y volvió a la
Tierra Media. Lejos al norte ocurrió la disputa entre Morgoth y Ungoliant; pero el
eco del gran grito de Morgoth resonó en todo Belerian, y el pueblo se sobrecogió de
miedo; porque aunque no sabían lo que presagiaba, creyeron oír al heraldo de la
muerte. Poco después Ungoliant abandonó el norte y llegó al reino del Rey Thingol,
envuelta en un terror de oscuridad; pero fue detenida por el poder de Melian, y no
entró en Neldoreth, y moró largo tiempo a la sombra de los precipicios, donde
Dorthonion descendía hacia el sur. Y esas cimas fueron conocidas con el nombre de
Ered Gorgoroth, las Montañas del Terror, y nadie osaba ir por allí, ni pasar cerca de
ellas; allí la vida y la luz perecían, allí todas las aguas estaban envenenadas. Pero
Morgoth, como ya se dijo, volvió a Angband y la reconstruyó, y por encima de las
puertas levantó las torres pestilentes de Thangorodrim; y entre los portales de
Morgoth y el puente de Menegroth


quedó genial thumbup3


mejor =)
(30-12-2012 23:16)gonnza escribió: [ -> ]a ver

(30-12-2012 23:15)cecisammet escribió: [ -> ]probando!!

Cita:Ahora bien, como ha sido contado, un tal Lenwë, de las huestes de Olwë,
abandonó la marcha de los Eldar en el tiempo en que los Teleri se detuvieron a
56
orillas del Río Grande al borde de las tierras yermas de la Tierra Media. Poco se
sabe de los caminos que siguieron los Nandor, a quienes él condujo por el Anduin
abajo: algunos, se dice, habitaron por largo tiempo en los bosques del Valle del Río
Grande, y algunos llegaron por fin a la desembocadura y allí habitaron junto al Mar,
y otros, abriéndose camino por Ered Nimrais, las Montañas Blancas, llegaron de
nuevo al norte y penetraron en el páramo de Eriador, entre Ered Luin y las
distantes Montañas Nubladas. Pues bien, éste era un pueblo de los bosques y no
tenían armas de acero, y la llegada de las bestias salvajes del norte los llenó de
espanto, como lo declararon los Naugrim al Rey Thingol en Menegroth. Por tanto
Denethor, el hijo de Lenwë, al tener noticias del poderío y la majestad de Thingol, y
de la paz que había en ese reino, reunió en una hueste a las gentes dispersas, y las
condujo por sobre las montanas a Beleriand. Allí Thingol les dio la bienvenida, como
a parientes perdidos que regresan después de un largo tiempo, y ellos habitaron en
Ossiriand, la Tierra de los Siete Ríos.
De los largos años de paz que siguieron a la llegada de Denethor, poco es lo
que se cuenta. En esos días, se dice, Daeron el Bardo, maestro de sabiduría en el
reino de Thingol, inventó sus Runas; y los Naugrim que se acercaron a Thingol las
aprendieron, y se alegraron, teniendo el arte de Daeron en más alta estima que los
Sindar, el propio pueblo de Thingol. Los Naugrim llevaron las Cirth hacia el este por
sobre las montañas, y así llegaron al conocimiento de muchos pueblos; aunque los
Sindar apenas las utilizaron en los registros de las crónicas hasta los días de la
Guerra, y gran parte de lo que se guardaba en la memoria pereció en las ruinas de
Doriath. Pero poco hay que decir de la beatitud y de la vida placentera antes de que
concluyan; pues las obras bellas y maravillosas, mientras duran todavía y es
posible contemplarlas, son su propio testimonio, y sólo cuando están en peligro o
se quebrantan para siempre pasan a las canciones.
En Beleriand, en aquellos días, los Elfos andaban, y los ríos fluían, y las
estrellas brillaban y las flores nocturnas esparcían una dulce fragancia; y la belleza
de Melian era como el mediodía, y la belleza de Lúthien era como el alba en
primavera. En Beleriand, el Rey Thingol en su trono era como los señores de los
Maiar, cuyo poder está en reposo, cuya alegría es como un aire que respira cada
día, cuyo pensamiento fluye en una onda imperturbada desde las alturas a las
profundidades. En Beleriand todavía a veces cabalgaba Oromë el Grande, que
pasaba como un viento por las montañas, y el sonido del cuerno descendía desde la
luz distante de las estrellas; y los Elfos temían el esplendor del rostro de Oromë, y
el estrépito de la carrera de Nahar; pero cuando el eco del Valaróma resonaba en
las colmas, sabían que no había criatura maligna que no huyera lejos.
Pero ocurrió al fin que el término de la beatitud se aproximaba, y el
mediodía de Valinor declinaba hacia el ocaso. Porque como se dijo y es conocido de
todos, pues está escrito en los libros y ha sido cantado en múltiples canciones,
Melkor hirió a los Árboles de los Valar con ayuda de Ungoliant, y huyó, y volvió a la
Tierra Media. Lejos al norte ocurrió la disputa entre Morgoth y Ungoliant; pero el
eco del gran grito de Morgoth resonó en todo Belerian, y el pueblo se sobrecogió de
miedo; porque aunque no sabían lo que presagiaba, creyeron oír al heraldo de la
muerte. Poco después Ungoliant abandonó el norte y llegó al reino del Rey Thingol,
envuelta en un terror de oscuridad; pero fue detenida por el poder de Melian, y no
entró en Neldoreth, y moró largo tiempo a la sombra de los precipicios, donde
Dorthonion descendía hacia el sur. Y esas cimas fueron conocidas con el nombre de
Ered Gorgoroth, las Montañas del Terror, y nadie osaba ir por allí, ni pasar cerca de
ellas; allí la vida y la luz perecían, allí todas las aguas estaban envenenadas. Pero
Morgoth, como ya se dijo, volvió a Angband y la reconstruyó, y por encima de las
puertas levantó las torres pestilentes de Thangorodrim; y entre los portales de
Morgoth y el puente de Menegroth


quedó genial thumbup3


mejor =)

entonces si quoteo un requoteada queda así


y cuando son 3 quotes:

(30-12-2012 23:53)cecisammet escribió: [ -> ]
(30-12-2012 23:16)gonnza escribió: [ -> ]a ver

(30-12-2012 23:15)cecisammet escribió: [ -> ]probando!!

Cita:Ahora bien, como ha sido contado, un tal Lenwë, de las huestes de Olwë,
abandonó la marcha de los Eldar en el tiempo en que los Teleri se detuvieron a
]



quedó genial thumbup3


mejor =)

entonces si quoteo un requoteada queda así




perdón por lo largo, pero quería probar cómo se veían los choclos.. creo que se entiende más ahora
(30-12-2012 23:15)cecisammet escribió: [ -> ]probando!!

Cita:Ahora bien, como ha sido contado, un tal Lenwë, de las huestes de Olwë,
abandonó la marcha de los Eldar en el tiempo en que los Teleri se detuvieron a
56
orillas del Río Grande al borde de las tierras yermas de la Tierra Media. Poco se
sabe de los caminos que siguieron los Nandor, a quienes él condujo por el Anduin
abajo: algunos, se dice, habitaron por largo tiempo en los bosques del Valle del Río
Grande, y algunos llegaron por fin a la desembocadura y allí habitaron junto al Mar,
y otros, abriéndose camino por Ered Nimrais, las Montañas Blancas, llegaron de
nuevo al norte y penetraron en el páramo de Eriador, entre Ered Luin y las
distantes Montañas Nubladas. Pues bien, éste era un pueblo de los bosques y no
tenían armas de acero, y la llegada de las bestias salvajes del norte los llenó de
espanto, como lo declararon los Naugrim al Rey Thingol en Menegroth. Por tanto
Denethor, el hijo de Lenwë, al tener noticias del poderío y la majestad de Thingol, y
de la paz que había en ese reino, reunió en una hueste a las gentes dispersas, y las
condujo por sobre las montanas a Beleriand. Allí Thingol les dio la bienvenida, como
a parientes perdidos que regresan después de un largo tiempo, y ellos habitaron en
Ossiriand, la Tierra de los Siete Ríos.
De los largos años de paz que siguieron a la llegada de Denethor, poco es lo
que se cuenta. En esos días, se dice, Daeron el Bardo, maestro de sabiduría en el
reino de Thingol, inventó sus Runas; y los Naugrim que se acercaron a Thingol las
aprendieron, y se alegraron, teniendo el arte de Daeron en más alta estima que los
Sindar, el propio pueblo de Thingol. Los Naugrim llevaron las Cirth hacia el este por
sobre las montañas, y así llegaron al conocimiento de muchos pueblos; aunque los
Sindar apenas las utilizaron en los registros de las crónicas hasta los días de la
Guerra, y gran parte de lo que se guardaba en la memoria pereció en las ruinas de
Doriath. Pero poco hay que decir de la beatitud y de la vida placentera antes de que
concluyan; pues las obras bellas y maravillosas, mientras duran todavía y es
posible contemplarlas, son su propio testimonio, y sólo cuando están en peligro o
se quebrantan para siempre pasan a las canciones.
En Beleriand, en aquellos días, los Elfos andaban, y los ríos fluían, y las
estrellas brillaban y las flores nocturnas esparcían una dulce fragancia; y la belleza
de Melian era como el mediodía, y la belleza de Lúthien era como el alba en
primavera. En Beleriand, el Rey Thingol en su trono era como los señores de los
Maiar, cuyo poder está en reposo, cuya alegría es como un aire que respira cada
día, cuyo pensamiento fluye en una onda imperturbada desde las alturas a las
profundidades. En Beleriand todavía a veces cabalgaba Oromë el Grande, que
pasaba como un viento por las montañas, y el sonido del cuerno descendía desde la
luz distante de las estrellas; y los Elfos temían el esplendor del rostro de Oromë, y
el estrépito de la carrera de Nahar; pero cuando el eco del Valaróma resonaba en
las colmas, sabían que no había criatura maligna que no huyera lejos.
Pero ocurrió al fin que el término de la beatitud se aproximaba, y el
mediodía de Valinor declinaba hacia el ocaso. Porque como se dijo y es conocido de
todos, pues está escrito en los libros y ha sido cantado en múltiples canciones,
Melkor hirió a los Árboles de los Valar con ayuda de Ungoliant, y huyó, y volvió a la
Tierra Media. Lejos al norte ocurrió la disputa entre Morgoth y Ungoliant; pero el
eco del gran grito de Morgoth resonó en todo Belerian, y el pueblo se sobrecogió de
miedo; porque aunque no sabían lo que presagiaba, creyeron oír al heraldo de la
muerte. Poco después Ungoliant abandonó el norte y llegó al reino del Rey Thingol,
envuelta en un terror de oscuridad; pero fue detenida por el poder de Melian, y no
entró en Neldoreth, y moró largo tiempo a la sombra de los precipicios, donde
Dorthonion descendía hacia el sur. Y esas cimas fueron conocidas con el nombre de
Ered Gorgoroth, las Montañas del Terror, y nadie osaba ir por allí, ni pasar cerca de
ellas; allí la vida y la luz perecían, allí todas las aguas estaban envenenadas. Pero
Morgoth, como ya se dijo, volvió a Angband y la reconstruyó, y por encima de las
puertas levantó las torres pestilentes de Thangorodrim; y entre los portales de
Morgoth y el puente de Menegroth


quedó genial thumbup3
(no leo de la compu =P)

Comprate un ereader.
Está bueno, a veces se llenaba mal algun post por los multiples quote.

Que grande quoteando el Silmarillion, te re banco.
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